Filosofía y Artes Marciales


FILOSOFÍA Y ARTES MARCIALES

Las virtudes o valores no son propiedades estáticas. Son cualidades dinámicas que pueden cambiar según el tiempo y las circunstancias. Si uno se lo propone, puede crear las condiciones para ser más valiente, más sabio o más humilde. La vida moderna, aunque en apariencia monótona y aburrida, está llena de oportunidades para transformarnos a nosotros mismos. Al igual que la fuerza u otros atributos físicos se desarrollan con el entrenamiento, las virtudes se potencian con su práctica concienzuda.




De hecho, el deporte es una de las herramientas más poderosas no solo para impactar nuestra salud, también para potenciar nuestras virtudes o espíritu. Práctica física y práctica filosófica se funden, una idea sobre la que se pueden aplicar muchos marcos conceptuales. En este artículo voy a centrarme en Friedrich Nietzsche y cómo entender las Artes Marciales a través de su visión. El objetivo es introducir una herramienta útil que os pueda servir para crear una red de sentido que una el camino marcial con el camino hacia vuestra mejor versión.


Desde luego no es la única filosofía que podemos adoptar, y espero en futuros artículos poder introducir también la ética aristotélica, estoica o budista como marcos teórico-prácticos de referencia aplicados a las Artes Marciales. Pero centrémonos ahora en pensar cómo la práctica del combate nos acerca al superhombre (traducción más extendida) o ultrahumano (traducción más fidedigna) de Nietzsche.







1. LA AUTOSUPERACIÓN COMO PROCESO, NO COMO ESTADO
El superhombre es un concepto complejo, sobre el cual el mismo Nietzsche no definió un cuerpo de valores preciso. Pero sí sabemos que Nietzsche lo concibió como un modelo al que aspirar acercarse continuamente, no tanto como un estado real alcanzable. Su característica principal es la de aquella persona que busca trascender los valores superficiales y mediocres de la vida cotidiana (lo que llama moral de esclavos) mediante la superación continua.


Este proceso de superación, entendible como autosuperación, solo puede darse a través de una constante introspección, autoconocimiento, autocrítica y la consecuente forja de nuevos valores. Ello implica en cada punto una acción de esfuerzo por ser mejor y una lucha contra las propias flaquezas, una red de significado que encaja como propuesta de filosofía para las Artes Marciales.

Perseguir el superhombre es andar un camino en el que vamos superando nuestras capacidades humanas, pero sobre todo las referentes a los valores. Y en las Artes Marciales y Deportes de Contacto, encontramos en la práctica del combate un elemento con gran poder de transformación sobre los valores.



PROTEGER LA VIDA, PROTEGER NUESTRO CAMINO
En las Artes Marciales, preparamos el cuerpo para la lucha, para la confrontación, para infligir dolor y saber cómo recibirlo. Conocemos las partes más vulnerables del cuerpo y aprendemos cómo y cuándo golpearlas y/o luxarlas. El entrenamiento convierte la violencia en una práctica recreativa y cotidiana, transformada en deporte, pero aportando al practicante una serie de conocimientos vitales que lo distinguen del resto de las personas. A diferencia de quien solo ve combates a través de la televisión, el artista marcial expone su vulnerabilidad en el entrenamiento, pero lo hace para tomar las riendas de su responsabilidad personal y aprender a defenderse. Porque ser capaz de protegernos es una condición indispensable si queremos ser más libres en nuestro camino de autosuperación.


El entrenamiento convierte el cuerpo de los luchadores en un cuerpo privilegiado, con un conocimiento cualitativo que otros deportes no pueden aportar: proteger nuestra vida y, llegado el caso, la de otras personas.


Hay muchas cualidades que podemos desarrollar para acercarnos al superhombre, pero todas deben presuponer que estamos vivos. Por ello se vuelve indispensable saber cómo lidiar y vencer a quien nos amenace. Esta habilidad es cualitativamente más valiosa que otras, precisamente porque bajo circunstancias de emergencia, salvará y protegerá nuestro trayecto de desarrollo. Artes Marciales, Deportes de Contacto y Sistemas de Defensa Personal son formas de elevarse por encima de la ignorancia común, ajena a cuan importante es la habilidad de proteger nuestra vida (o, al menos, luchar por intentarlo).






2. SUPERHOMBRE: COMPETICIÓN, COOPERACIÓN, SUPERACIÓN
LA CO-CONSTRUCCIÓN DENTRO DE LAS ARTES MARCIALES



El camino del superhombre y el de las Artes Marciales es un camino personal. No puede ser de otro modo. La autosuperación física y psicológica se mide con uno mismo. Nuestra mente y nuestro cuerpo (que son lo mismo) son nuestra primera referencia, la base para captar cualquier progreso. Ser más fuerte o tener más valor, resistir mejor los golpes o mantener la calma durante un combate, es algo que logramos y medimos prestando atención a nuestras sensaciones, y solo nuestras.


Sin embargo, nuestra evolución técnica no implica una práctica egoísta a costa de los demás, así como tampoco el progreso personal hacia el superhombre implica hundir por el camino a otros seres humanos. Para explotar nuestro potencial, para superarnos, tendremos que enfocar la competición como cooperación.


El avance dentro de las Artes Marciales solo puede darse dentro de una competición cooperativa. Nadie se vuelve buen luchador entrenando solo. La interacción se impone como necesaria, ya sea con practicantes de menor, igual o superior nivel. Nuestros compañeros participan activamente en nuestro proceso de mejora, y su contribución es clave para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, no solo la técnica, también la humana. Porque toda interacción combativa implica la puesta en práctica de los valores.






La finalidad del combate no es en absoluto el placer de hacer daño, de impactar o someter a otro ser humano. La "violencia" que puede percibirse desde fuera no se corresponde en absoluto con la percepción y el despliegue de la "violencia" que se tiene dentro de la práctica. Cuando impacto a mi compañero con un golpe, lo hago con la intensidad que sé que puede soportar, y confío en él para que me dé el mismo trato, sea cual sea nuestro nivel de experiencia. Cuando aplico una luxación, llego hasta el punto justo para no provocar daño. Y sé que, de la misma manera, él no va a romperme el brazo.


La práctica del combate sitúa a los artistas marciales en un plano de confianza muy intenso, difícil de reproducir en otros ámbitos o deportes. En efecto, está en juego la integridad del cuerpo nada más y nada menos, una integridad que yo confío a mis compañeros, convencido de que no quieren hacerme daño ni buscarán lesionarme, aunque estemos luchando con intensidad y utilizando técnicas potencialmente lesivas. 


Todos desarrollamos el poder para hacernos daño, pero en cada práctica elegimos no hacerlo. Detrás de un gesto tan ínfimo como palmear en una sumisión, por ambos lados ponemos en acción valores como la confianza, el respeto y el compañerismo. Mediante el combate reglado trabajamos los valores y, mediante este hábito, a veces imperceptible pero constante, nos desarrollamos como mejores personas. 





Quien se aleja de este patrón y no cuida del cuerpo de sus compañeros, o percibe la competición no como cooperación sino como atropello, termina tarde o temprano marginado y expulsado de la comunidad de practicantes. Esta es una de las paradojas más fascinantes de las Artes Marciales: una práctica "violenta" que no admite violentos.



EL VALOR DE NUESTRO ENEMIGO
Cuando hablamos de "enemigo" nos imaginamos una persona odiosa que preferimos evitar a toda costa. Sin embargo, Nietzsche nos dice que debemos enorgullecernos de nuestros enemigos, pues tras una relación (intensa) de oposición se esconden las mejores oportunidades para transformarnos. En concreto, Nietzsche nos anima a buscar enemigos poderosos. Cuanto más difícil sea derrotar a nuestro enemigo, cuantas más cualidades necesitemos mejorar para lidiar con él, más largo será el paso que demos hacia el superhombre.


En las Artes Marciales, cualquier compañero, incluso el novicio, tiene algo que aportar a nuestro progreso. Pero si hacemos caso a Nietzsche, el mayor progreso vendrá al salir de nuestra zona de confort y buscar los desafíos que más nos intimiden: un enemigo formidable. El mayor rango de mejora técnica y humana se producirá buscando combates con quienes pongan nuestras capacidades al límite.


El mejor compañero es aquel que tiene la capacidad para derrotarnos físicamente, pero también removernos por dentro. Cuando luchamos contra alguien que nos supera, sentimos cómo afloran nuestro miedo, nuestras inseguridades y nuestra ignorancia. Al sentirnos en peligro, al exponernos a una fuerza mayor, nuestra confianza y autoestima se ponen en juego, pero si queremos seguir la vía del superhombre, debemos convertir en hábito el enfrentamiento y la superación de estas tormentas internas.




Para alcanzar mejor versión, tenemos que exponer nuestra vulnerabilidad con el fin de ganar una fuerza mayor. Abraza a tu enemigo, sé agradecido con tu enemigo, pues él coopera para lograr tú seas cada vez mejor.



CONCLUSIONES

El practicante de Artes Marciales nunca aspira realmente a alcanzar la perfección de su sistema. Siempre habrá áreas de mejora. De la misma manera, el superhombre no es un "estado" sino un "proceso" continuo de superación personal. Las Artes Marciales, como la filosofía de Nietzsche, inciden más en la aventura que en el destino. El análisis nietzscheano y el camino marcial coinciden en que el mejor ser humano es aquel que lucha por superarse, y que además se percibe como un proyecto inacabado que perfeccionar durante toda la vida.

Léelo y lo sabrás, hazlo y lo aprenderás
Filosofía y Artes Marciales Filosofía y Artes Marciales Reviewed by Daniel Planas Cortés on 10:42:00 Rating: 5

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